Yo me crié rodeado de papeles de colores y en todas mis vivencias, las más añejas, me veo sentado en un orinal y pintando monos que por lo demás es lo único que sigo haciendo ininterrumpidamente hasta hoy.

Por los años 30-40 sin poder salir de La Coruña, pasé por las clases de dibujo del Instituto da Guarda, de Jesito, además de largas horas nocturnas copiando yesos en la Escuela de Artes y Oficios con otros chavales que queríamos ser arquitectos, lo cual empezaba a estar de moda.

Me fui a estudiar arquitectura a Madrid por los años 40 y conseguí el título en el 51 y en un tiempo récord de entonces, cosa normal pues dibujaba muy bien y chapé duro por aquellos años mozos… No después y todo ello sin dejar la pintura naturalmente.

Gané concursos en la Escuela y en colectivas en alguna que otra sala de La Coruña y Madrid, con mis paisajes de aquí, Pontedeume y la Castilla recién descubierta apasionadamente.